El Viaje de Noah [1]

Eran las 6:30 de una mañana de mayo. El televisor se había encendido como todas las mañanas, proyectando el noticiero matutino de TVN. Unos cuantos segundos después suena la alarma de su smartphone. Con desagrado total Noah tomó el control remoto y apagó el televisor luego de aplazar la alarma con un movimiento de su mano. Sabía que debía levantarse para salir a trabajar, sin embargo, llevaba varios días desanimado. La alarma suena nuevamente, que rápido pasaron esos diez minutos. Volvió a silenciarle.

– ¡Ya voy, ya voy! – Dijo cuándo sonó la alarma por tercera vez. Ya habían dado las 06:50.

Como todas las mañanas, se colocó sus sandalias azules y procedió a dirigirse al baño. Al salir de la habitación casi tropieza con el pequeño gato romano anaranjado, el cual corrió escapando en la dirección opuesta a la puerta, dando un giro y bajando las escaleras. Noah continuo su camino siguiendo al gato escaleras al primer piso. Volteó y caminó hacia la cocina, para luego llegar al baño que se encontraba un poco más allá.

Era una mañana fría, más fría que los días anteriores. Tanto que encendió la vieja estufa a gas ubicada en el baño, la cual se encontraba allí justamente para esos fríos días de invierno que estaban comenzando, y también para reducir la cantidad de vapor que emanaba de la ducha caliente, para no provocar tantos daños a los muebles del baño producto de la humedad. Abrió la llave del agua caliente, y mientras esperaba a que el agua calentase, se subió a la báscula. – Aún estoy con mucho sobre peso – pensó con desgano para sí mismo. Bajó y entró en la ducha.

Luego de unos 20 minutos Noah se encontraba nuevamente en su dormitorio buscando la ropa deportiva con la cual se iría a trabajar, y la ropa ejecutiva la cual guardaba en su mochila. Mientras lo hacía, reflexionaba que ya no recordaba cuando había dejado el hábito de vestirse en baño para pasar a hacerlo en su pieza. Cuando notó lo que pensaba, se dio cuenta que últimamente sólo atraía hacia él pensamientos irrelevantes. Terminó de arreglar sus cosas y bajó nuevamente, esta vez hacia el patio trasero para buscar su bicicleta, una bastante grande y de color azulado. De paso aprovechó de saludar a su queridísima perra, de tamaño mediano, color negro y café. Después de darle un par de caricias, tomó la bicicleta y la sacó hacia el patio delantero, esquivando los muebles del living-comedor y al pequeño gato que se encontraba jugueteando con un papel arrugado que seguramente una de sus hermanas había dejado tirado en alguna parte.  Se preocupó apagar las luces de la casa y de cerrar bien las puertas, encender las luces de su bicicleta y partir rumbo a la oficina.


Bueno, espero que me resulte la nueva idea que tengo para este post. Una historia un poco más larga dividida en partes que aún me faltan por escribir jajaja.

Saludos!